Para considerar que una empresa está integrada a internet no basta con tener equipos informáticos, software, dominios, correo o seguidores en redes sociales... si no más bien, que todo esto funcione articulado y sincronizado de manera inteligente con el propio negocio en el mundo real. De otra forma, cualquier inversión aislada de activos digitales, sera un desperdicio de dinero.